Hace algunos meses, mientras estudiaba fotografía editorial en el prestigioso centro internacional de fotografia y cine (EFTI) de Madrid, nunca imaginé que mi proyecto final me llevaría a un lugar tan mágico como un campo de girasoles en Soria, España. La asignación era desafiante: capturar la esencia de una sesión de pareja en un entorno poco convencional.
Fernando y Sofía, una pareja encantadora y llena de amor, se convirtieron en mis modelos. Querían que su sesión de fotos fuera única y especial, y estábamos decididos a hacer que sucediera. Después de algunas ideas y conversaciones, la noción de un campo de girasoles al atardecer surgió como la opción perfecta.
El día de la sesión, la luz del sol se suavizaba cuando llegamos al campo. Una marea amarilla se extendía hasta donde alcanzaba la vista: miles de girasoles balanceándose suavemente con la brisa vespertina. La atmósfera estaba impregnada de una serenidad asombrosa, y el aura dorada que rodeaba a Fernando y Sofía creaba una magia inexplicable.
Armado con mi cámara y una mente llena de creatividad, empecé a capturar momentos. El amor y la complicidad entre la pareja parecían intensificarse con cada clic. Mientras el sol se hundía lentamente en el horizonte, la luz dorada bañaba el campo, envolviendo a Fernando y Sofía en un resplandor único que convertía cada fotografía en una obra de arte.
Al final de la sesión, mientras el sol se sumergía completamente en el horizonte, todos estábamos inmersos en una especie de éxtasis creativo. Habíamos creado algo especial y único en medio de ese mar dorado de girasoles. Con el corazón lleno de gratitud y emoción, guardé mi cámara, sabiendo que las imágenes que habíamos capturado serían recuerdos atemporales de aquel hermoso atardecer en Soria.
Y así, mientras el último destello del sol se desvanecía en el horizonte, me encontré sumergido en un pensamiento profundo: ¿no deberíamos también seguir la luz del amor, dejando que ilumine y dé forma a nuestras vidas?
by tardes de vino y peonias, 2023.
